La Habana, 16 oct (PL) Cuando las encuestas dan hoy a Hillary Clinton una ventaja cómoda sobre Donald Trump para las elecciones presidenciales norteamericanas, medios y analistas advierten sobre la importancia de no confiar ciegamente en lo que dicen los sondeos.
En el último promedio de encuestas compilado por el portal RealClearPolitics la ex Secretaria de Estado demócrata supera al multimillonario republicano por cinco puntos, a menos de un mes de los comicios del 8 de noviembre.
Previsiones del diario Huffington Post, en tanto, estiman que Clinton tiene 99 por ciento de posibilidades de imponerse en la lucha por la Casa Blanca, mientras que para el portal de periodismo de datos FiveThirtyEight esas probabilidades son del 85 por ciento.
De ese modo pareciera que la carrera está decidida, pero según el diario The Hill, ese mismo sentimiento llevó a los encuestadores a detener los sondeos varias semanas antes de las elecciones de 1948, cuando la superioridad de Tom Dewey era tal que hacía muy improbable un triunfo de Harry Truman.
Este último sí ganó y las encuestas nunca volvieron a suspenderse semanas antes de las elecciones, sin importar cuán grande sea una ventaja; sin embargo, eso no es una garantía de que incluso en los momentos finales los sondeos sean confiables, sugirió el portal digital de la publicación.
Para sustentar esa afirmación recuerda que en 2012, durante la última elección presidencial, la firma Gallup proyectaba el día antes de los comicios que Mitt Romney sería el ganador, lo cual se desmoronó cuando el actual mandatario, Barack Obama, se impuso por cuatro puntos porcentuales.
De acuerdo con el analista político Stuart Rothenberg, el tema de los sondeos puede ser particularmente confuso cuando los encuestadores cambian de los votantes registrados hacia los probables votantes -quienes esperan asistir a las urnas-, algo que ha sucedido en los últimos meses.
El problema que todo el mundo enfrenta, escribió en el periódico Washington Post, es saber exactamente quién emitirá su voto.
Al respecto, Rothenberg apuntó que el mes pasado la cadena Fox News encontró a Clinton con superioridad de tres puntos porcentuales entre los votantes registrados, pero entre los probables, el magnate inmobiliario llevaba la delantera 46 a 45 por ciento.
Según el portal digital Newsmax.com, las encuestas en las cuales solo se incluyen los aspirantes de los dos partidos principales tienen diferentes resultados a las que introducen otros candidatos en la carrera.
El estratega político Chris Begala, a su vez, señaló que si los sondeos se desarrollan de manera correcta pueden ser muy valiosos, pero si se realizan mal, se convierten en datos inútiles, por ello instó a mirar de cerca cómo se llevan a cabo.
Por ejemplo, declaró recientemente al canal Khou de Houston, tras el debate presidencial del domingo último la primera indagación de NBC News y Wall Street Journal arrojó que la aspirante demócrata estaba delante por 11 puntos (46 a 35 por ciento), pero para obtener ese resultado solo se entrevistó a 500 personas.
«Eso resulta poco profesional, ¿500 personas en una encuesta nacional? Se necesitan al menos mil 700″, agregó el experto, quien también llamó la atención sobre el hecho de que el 46 por ciento de los cuestionados era demócrata y el 36 por ciento republicano.
The Hill arrojó más luz sobre el tema al señalar que las encuestas son realmente acerca de opiniones, no de acciones, por lo tanto, cuanto más pueden hacer es decirnos cómo se sienten las personas acerca de los candidatos, si les gustan o les desagradan.
Tener una opinión y actuar sobre ella son dos cosas diferentes, apenas seis de cada 10 estadounidenses en edad de votar van a los sufragios, el reto está en determinar cuál es ese 60 por ciento que realmente se toma el tiempo para marcar una boleta, sostuvo.
En cualquier caso, ello no significa que las encuestas no representen una guía sobre la cual trabajar; de hecho, ocupan titulares todos los días con resultados tanto a nivel nacional como estatal, y marcan en cierta medida la forma en que los aspirantes enrumban sus campañas.
La cuestión radicaría, entonces, en no dar nada por seguro, sobre todo cuando los comicios están a más de tres semanas de distancia e incluso queda pendiente un debate presidencial.